Sara Mata es investigadora del CONICET en el Instituto de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades (ICSOH, CONICET-UNSA) y se especializa en la historia de Salta desde fines de la etapa colonial hasta la primera mitad del siglo XIX. Sus investigaciones acerca del mundo rural salteño visibilizaron la tensión que existió en torno al acceso a la tierra, particularmente en el Valle de Lerma, hacia fines del período colonial. De allí su interés por el proceso de la guerra de Independencia en este territorio, que a partir de enero de 1814 se va insurreccionar ante las requisas del ejército realista que ocupaba las ciudades de Salta y de Jujuy.
Desde 2016, se estableció el 17 de junio como feriado nacional y se celebra el Día Nacional de la Libertad Latinoamericana, en conmemoración a Güemes, reconociendo así su labol como militar, político y líder argentino que sacrificó su vida por la independencia del país. Si bien, la figura de Güemes está presente en la historia tradicional argentinal, Mata sostuvo que su participación solamente lo colocaba en una categoría de caudillo o era descalificado políticamente, a pesar de que era sabido su total entrega a la causa de la independencia. Esto llevó a que lo dejaran fuera del panteón de los héroes. Recién a comienzos del siglo XX se empieza a tomar con mayor relevancia su rol en el proceso independentista.
«Creo que la figura de Güemes ha sufrido durante todo el siglo XX, un proceso continuo de reconocimiento hasta lograr ser reconocido como héroe nacional», expresó, hecho que se sostiene con la declaración del feriado nacional. Para Mata, ese colorario se logró gracias a la acción de los historiadores, los divulgadores en historia, y fundamentalmente, también a la decisión política de los gobiernos de turno, a partir de la última mitad del siglo XX. Aún así, la reconocida historiadora sostuvo que «falta fuera de Salta» mayor divulgación del papel crucial que tuvo el salteño en la frontera; y aseguró que dicha ausencia podría empezar a saldarse con la inclusión de su historia en las currículas escolares.
Mata mantiene desde hace décadas un sostenido trabajo en narrar los procesos que se dieron en la gesta revolucionaria, y, en ella, la figura de Güemes se impone en todo momento, sobre todo, en el proceso de los Andes del Sur. «Es natural que, al comenzar a trabajar el proceso revolucionario, me haya enfocado también en él», manifestó. Si bien, las y los historiadores coinciden en una serie de hitos históricos, la investigadora del CONICET dijo que al hablar de Güemes es necesario destacar su capacidad político a lo largo de sus actuaciones.
En ese sentido, sostuvo que ello no deja de lado las cualidades de estratega o la formación militar, por las que es reconocido. Sino que se debe sumar su capacidad política para «manejarse, negociar, ceder, exigir con las jefativas locales, es decir, aquellos jefes de milicias o aquellos grupos de voluntarios que se fueron sumando a partir del 1814, a las milicias que combatían la invasión de Pesuela y que después él reorganiza», ejemplificó.
Por lo que destacó el trabajo Güemes durante los años en que estuvo al frente como gobernador de la provincia de Salta y como líder de las fuerzas para resistir a las invasiones realistas. «Él necesariamente tiene que negociar con diferentes niveles de jefaturas locales», insistió la historiadora.
Un ejemplo de ello, es la negociación que llevó junto al jujeño Manuel Eduardo Arias, quien nació en Humahuaca en 1785, y fue el hijo de un oficial español y de una indígena. Como soldado de la independencia, Arias cobró notoriedad por sus destacadas habilidades militares cuando se unió a las fuerzas gauchas que organizaba Martín Miguel de Güemes para enfrentar al invasor realista.
«Pudo mantenerlo bajo sus órdenes hasta 1817. En 1818, lo recompensa con la Misión del Zenta. Luego (Güemes) va a enfrentar un movimiento en contra suyo», dijo Mata, quien destacó que el enfrentamiento con Arias respondió a una lucha por liderazgos. Para la historiadora fue preciso señalar que contrariamente a lo que se supone, de que Güemes tuvo una adhesión total y absoluta de todos los hombres movilizados en la jurisdicción de su mando, esto no fue así. «Tenía resistencia, oposiciones, y evidentemente Arias representó una en una lucha por liderazgos, porque Arias era un personaje muy importante, lideró muy eficientemente, se destacó mucho sobre todo en 1817, en la Invasión de las armas, y lo van a acusar de conspirar contra Güemes en 1819, y se va, se va a ir hacia Tucumán, y ahí va a apoyar a quienes están enfrentando a Güemes», que es lo que sucedería en 1820-1821.
Si bien, Arias representa un ejemplo en esa puja de liderazgos, Güemes tuvo que padecer a varios personajes que, en adhesión al pensamiento federal, le manifestaran enfrentamientos al salteño. Esto no resulta menor para la historiadora sino que representan hechos importantes para clarificar cómo se dio la conspiración que lleva a la muerte de Güemes. «Creo que ahí hay tela para cortar todavía», expresó.
La población rural en adhesión a Güemes
Sara Mata dijo que la teoría más tradicional sobre la adhesión de la población rural a la gesta de la independencia se basó en que Güemes les infundió el amor a la Patria y los captó para integrarse a las milicias y combatir junto con él. Mientras que, en la década del 70, Halperin Dongh, puso de relevancia otra teoría en la que sostenía que los peones y los arrenderos que estaban en las grandes propiedades se sumaron junto con sus patrones. Es decir, hubo una movilización en la cual los que toman la decisión son los propietarios y los peones siguen las órdenes de sus patrones.
Pero para Mata, aún se plantean otras posibilidades. Por ejemplo, dijo que en algunos casos se puede plantear que los patrones, sobre todo, los medianos propietarios, sean quienes hayan impulsado a la gente. Esta afirmación puede darse gracias al estudio que la historiadora mantiene sobre la población rural previo a la revolución. «Ahí lo que ya se observa es la presencia, denunciada permanentemente, de gente que viven en los intersticios de las grandes propiedades, y que se los considera vagos, gente un poco indeciable», contó. También, en ese período, se visibiliza una tensión constante entre los pequeños productores y aquellos productores agrarios (que cultivan cereales), frente al avance de los grandes propietarios, ya que denuncian permanentemente la invasión de ganado a sus tierras.
Esta tensión permanente se da sobre todo en el valle de Lerma, que es el territorio más poblado en torno al acceso a la tierra. En ese sentido, Mata destacó que una vez retirado el ejército realista en 1814, se dio la negativa de los arrenderos de pagar arriendos y de prestar servicios al patrón. Si bien, «tradicionalmente se les ha querido atribuir, o por lo menos algunos historiadores les han querido atribuir, a Güemes la concesión de que no se pagaran (los arriendos)»; en realidad, Luis Güemes dice que una cosa es el fuero gaucho, que es un fuero militar, donde se ponen a los movilizados bajo la jurisdicción de sus jefes militares, esto no incluía el no pagar arriendos.
Mata prosiguió: «No es que Güemes dice a través de un fuero: ´acá se termina, ustedes no pagan más´, sino que eso es una negociación, y ahí está el tema de la negociación (y su capacidad política)«. Es más, en 1820, cuando Güemes ordena que al presbístero Hoyos, que estaba en la Pampa Grande, se le paguen los arriendos, diciendo que nunca dijo que no se tenían que pagar los arriendos. Los patriotas van con la orden hacia un sargento, que es el que moviliza a los hombres en Guachipas, y contestan: «el general dijo que no paguemos los arriendos. Y si quiere que los paguemos, que saque un bando ordenándolo. Y Güemes no puede sacar un bando ordenando eso, porque deja de tener la adhesión». Es decir, un «murmullo de boca en boca», expresó Mata.
Es más, la historiadora contó que muerto Güemes, se trata de que se vuelva a pagar los arriendos, pero no lo logran hasta casi finales de la década del 20.
Para Mata, estos hechos demuestran una forma de construir una idea de por qué se está luchando, que incluye también a los esclavos que escapan de sus amos y se unen a los escuadrones. «Un detalle interesante es que acá no se separan los esclavos, como en el ejército de San Martín. Acá no, acá directamente los escuadrones están integrados por esclavos que han salido de sus amos. Hay reclamos de los amos diciendo que se fue sin que yo le autorizara, y entonces está pidiéndole al gobierno de que le paguen por ese esclavo», narró.
Incluso tales planteos llevaron a que Güemes, en 1819, acepte pagar una parte y la otra quede pendiente porque había pocos fondos. «Todo esto hace que esta movilización sea muy rica y muy variada también», sostuvo. Con una base de estudio centralizado mayormente en el Valle de Lerma, y no así tanto en Jujuy, Mata sugirió seguir estudiando el fenómeno pues consideró que existe una riqueza en el análisis de esta movilización. Es decir, «hasta donde la idea de Patria, la idea de libertad, puede ser interpretada de maneras diferentes por los peones rurales, a diferencia de cómo la están planteando políticamente los dirigentes de la revolución», expresó.
Macacha Güemes y las mujeres en la revolución
Desde hace varias décadas la figura de María Magdalena Damisa Güemes, más conocida como «Macacha» Güemes, nacida en 1787, y hermana del héroe nacional, también empezó a tomar relevancia en la historiagría argentina. Esto responde a una corriente que pone en valor el papel de las mujeres en la revolución. Aún así, Mata aseguró que es poca la documentación que se tiene sobre ella, pero sostuvo que «la figura de Macacha se va a ir engrandeciendo, tomando volumen, a medida que la figura de Güemes también va adquiriendo mayor relevancia».
Contó que el único documento que se encontró sobre está presente en el Archivo Mitre. Allí se detalla el pedido que Macacha hace a las autoridades de Buenos Aires, denunciando a la Junta Provincial, formada en 1810. El texto de denuncia se da porque su esposo Román Tejada, es acusado de no apoyar la causa de Buenos Aires. Esto se debe porque la familia Tejada es una familia realista. Uno de los hechos que lo demuestran es que una de las hermanas de Román se va a casar con un jefe militar, Martínez de Hoz, un jefe realista, en 1812, cuando Pío Tristán ocupa la ciudad de Salta.
La historiadora dijo que evidentemente, Román Tejada «tuvo actitudes un poco ambivalentes, en ciertos casos, incluso frente a Güemes, tratando de intermediar». Es por eso que para Mata, el detalle más certero que se tiene de Macacha, es que es una mujer que está en una encrucijada, ya que se encuentra entre una familia realista, que es su familia política; y su adhesión y su cariño por Güemes y la causa revolucionaria.
La historiadora contó que el único que da un testimonio contemporáneo a Macacha, es José María Paz, quien en sus memorias dice que Macacha había intervenido para lograr que José Rondeau, firme el 22 de marzo de 1816, en la quinta de los Tejada, el Pacto de los Cerrillos, permitiendo restablecer la autoridad de Güemes en Salta. Esto deriva en que se pueden enviar los representantes elegidos en Salta, al Congreso de Tucumán. Rondeau había ocupado la ciudad de Salta, estaba enfrentado con Güemes, y era patrocinado por parte de la elite salteña y jujeña.
«Es por eso que la figura de Macacha va a ser reivindicada como mediadora, que es en definitiva, la figura tradicional que se le da a la mujer», dijo Mata, quien sostuvo que más allá de que historiográficamente, y sobre todo, a nivel de la divulgación, se han recuperado ficciones sobre Macacha, donde la muestran como la madre de los pobres, aún no se encontró ningún documento que sugiera ello. Bernarndo Frías, sí dice que era muy respetada y que acompañaba siempre a su hermano, posibilitando agregar más adjetivos a su imagen.
En cuanto a la participación de las mujeres en la gesta de la independencia, Mata recordó un documento reciente donde una mujer de la plebe se defiende porque era acusada de haber pasado información a los realistas. Por lo que sostuvo que «las mujeres actuaron, tanto para unos como para otros, pasando información«. Sobre todo, las mujeres de la plebe, que trabajaban en las casas de la elite, y eran quienes escuchaban conversaciones. Esa información a veces también se compartía cuando iban a lavar ropa, al río, o a buscar agua a la fuente.
Así se constituyeron las diversas redes de espionaje, donde Macacha manejaba una de ellas. Existe un documento que narra que la hermana del salteño le informó a él, de que le han dicho que se veían resplandores de sables y de armas entrando por la Quebrada de Humahuaca. «Con esa red de espionaje, sí es muy factible que Macacha estuviera ayudando a su hermano por medio de otras mujeres, y no solo mujeres, sino también gente que confiaba en ella, que la sabía muy próxima a Martín y le pasaba la información», manifestó Mata.
Los próximos desafíos historiográficos
Sara Mata actualmente se encuentra trabajando sobre la violencia política en la década del 20 al 30, después de la muerte de Güemes. En ese marco, está enfocada en la figura de Álvarez de Arenales, Pachi Gorriti y Pablo Latorre. Aseguró que estas dos últimas personas resultan «figuras sumamente interesantes», sobre todo, porque Latorre va a ser gobernador de la provincia de Salta.
«Estoy enfocada en la emergencia de estos jefes locales que tuvieron participación tan activa en el proceso revolucionario y cómo se manejan políticamente y logran adhesiones militares también», adelantó.
En cuanto a la violencia política, Mata dijo que en la provincia se dan tres casos muy importantes. Uno de ellos es la muerte de Eustaquio Moldes, que es asesinado en ese momento durante el gobierno de Arenales. Otro hecho es el levantamiento que protagoniza Pablo Latorre en septiembre del 21, cuando es uno de los líderes, junto con Pachi Gorritti, del asalto y del saqueo a la ciudad de Salta que obliga a Fernández Cornejo a renunciar.