HISTORIAS QUE CONECTAN «José Molina»

Lo único que hice fue tomar una decisión: estudiar

Desde las orillas del río Arenales hasta los pasillos del Consejo Directivo, José Molina recorrió un camino de esfuerzo y sueños. Hoy, es Decano de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNSa. Pero antes de ser Doctor, fue un chico de barrio que creyó que estudiar podía cambiar su destino. Y lo cambió.

 

«Mi crianza fue jugando al fútbol en la calle, a la pilladita, hondeando en el monte, pescando en las orillas del río Arenales», recuerda con nostalgia de dónde viene. Su bicicleta era su medio de transporte y así llegó un día, con 17 años y muchas dudas, a la UNSa.

Yo le diría a ese José de 17 años que siga, que no se detenga. Llegué lejos, no sé si este es mi techo, pero soy Docente, Investigador, Decano… y de Villa Lavalle, pero con orgullo..”

 

 

 

Los comienzos de un sueño

Era 1982, en plena guerra de Malvinas, y José soñaba con volar. Quería ser piloto. Pero sus padres no podían sostener económicamente una carrera en otra provincia. Entonces, se inscribió en dos carreras: Licenciatura en Análisis de Sistemas y en Licenciatura en Química en la UNSa. 

José a su primer parcial de Introducción a la Matemática con mucho temor, pero con ganas y sueños por delante, lo aprobó. Y luego, sin saber que existía otra instancia, también aprobó su primer final con un 7 (siete). 

 

“Yo soy la primera generación universitaria de mi familia. Llegué a la UNSa con miedo, pero con todas las ganas y sueños por delante.”

 

Los días eran largos. Muchas veces pasaba horas enteras en la universidad porque no podía volver a casa y regresar para la siguiente materia. Pero no estaba solo: hubo docentes que lo abrazaron con conocimiento y humanidad. El ingeniero Juan Ramos, Mirta Daz, Mariela Finetti. Profesores que le dieron su tiempo, comida, consejos. Le explicaron qué era la investigación, la gestión, el Consejo Directivo. Le mostraron que había un mundo más allá del aula… y que él podía formar parte de él.a

 

Padre, estudiante y trabajador

A los 18 años, José fue padre. La vida lo empujó a decidir entre trabajar tiempo completo o seguir estudiando. Lo tentaron con un empleo bien pago en informática, pero él eligió la Universidad.

 

“No lo dudé mucho. Yo quería seguir estudiando. Sabía que iba a ser difícil, pero también sabía que valía la pena.”

“Había días sin plata, días de angustia. Pero nunca dejé de cursar. Siempre tuve un pie en la Universidad. Aunque sea con una o dos materias por año. Porque sabía que en algún momento iba a llegar”.

 

José empezó a hacer changas, limpiar bancos, dar clases particulares de matemáticas, física, química. Fue auxiliar de segunda, de los que cobran poco, pero aprenden mucho. Todo mientras criaba a un hijo y trataba de sostener a una familia. 

Crecí como muchos en mi barrio, sin pensar que algún día podría llegar a la Universidad. Lo único que veía era el trabajo desde chico, en la construcción o haciendo arreglos. Pero tomé una decisión: estudiar y ser un profesional”.

 

La UNSa te cambia la vida

La Universidad no solo le enseñó fórmulas y teorías. Le enseñó el mundo. Lo llevó a España, a Europa, pudo conocer otra cultura y costumbres. Hoy, cuando camina por los pasillos como Decano, sabe que la UNSa le dio más que un título: le dio futuro.

“La UNSa me cambió la vida. Me dio las herramientas para tener una casa, un auto, para que mis hijos estudien, para que mi esposa también sé reciba. La universidad pública transforma realidades.”

Y esa transformación no fue solo económica. Fue simbólica. Fue la demostración de que la educación puede romper cualquier pared, cualquier prejuicio, cualquier frontera social.

 

«No hay edad para estudiar”

Hoy, como Decano, Molina no perdió la sensibilidad. No mira desde arriba. Camina por los pasillos, saluda a todos, escucha, acompaña. A sus estudiantes les habla de su historia, no para que lo admiren, sino para que crean en la suya.

“Hay que caminar, seguir. Aunque no llegues a la meta, vas a aprender algo. No hay edad para estudiar. El que llega, aunque no se reciba, ya sabe más que el no pudo ingresar a la Universidad.”

José los alienta, los abraza con palabras y los desafía. Les habla de la cuesta, de los días buenos y malos, de que rendirse no es opción.

 

El mismo de siempre

Hoy todos lo llaman “Doctor”, “Licenciado”, “Decano”. Pero él sigue siendo José. El mismo que charlaba con los ordenanzas, cuando era estudiante. El mismo que compartía mate con los trabajadores de obra y servicios. El mismo que, a veces, todavía se sorprende de hasta dónde llegó.

“Yo fui albañil, trabajé de limpieza. Cuando veo a alguien que está empezando, me veo a mí. Lo único que hice fue tomar una decisión: estudiar.”

Esta es la historia de José Molina. Pero también podría ser la de uno de nosotros. De los que vienen de abajo. De los que no tuvieron padres universitarios. De los que trabajaron desde chicos. De los que se cayeron y se levantaron mil veces. De los que, en vez de rendirse, rindieron parciales.

Es la historia de un Decano nacido en Villa Lavalle. Pero, sobre todo, es la historia de un hombre que creyó que estudiar podía cambiar su vida. Y lo hizo.

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