Crónica colaborativa Marcha Universitaria 2 de octubre en Salta

El miércoles 2 de octubre se realizó la Segunda Marcha Universitaria Federal y calles de ciudades de todo el país se vieron invadidas por miles de personas que salieron a defender la educación pública. En la capital salteña fueron más de 17 mil los convocados que se unieron, mientras que en las ciudades norteñas de Tartagal y Orán, en las sureñas de Rosario de la Frontera y Metán, y en la vallista Cafayate, también se realizaron movilizaciones en Defensa de la Educación Pública. 

Gonzalo Teruel, periodista ( AgroNoa)

La segunda Marcha Universitaria, con cientos de miles de personas en las distintas ciudades del país, confirma que pocas cosas son tan intrínsecas a la sociedad argentina como la educación en general y la universidad en particular. 

Desde los inicios mismos de la Argentina la educación pública estuvo en el pensamiento de San Martín, Belgrano, Moreno y, más tarde, de Sarmiento, Roca, Yrigoyen y Perón y se hizo carne en el sentir nacional con la esperanza de encontrar en la educación y la universidad la tan mentada movilidad ascendente.

La famosa obra teatral “M’hijo el dotor” escrita hace 120 años por Florencio Sánchez lo refleja con exactitud: el acceso a la educación y a la universidad materializa el sueño de las familias argentinas de conseguir progreso y bienestar. El deterioro económico de los últimos años no logra quitar esa ilusión y, por eso, la defensa de la universidad pública sigue presente entre los argentinos.

Laura Urbano, periodista ( Radio Nacional) 

Eran los 90. La ley de Educación Federal asomó y amenazó una vez más a la Educación Pública. Apenas éramos chiques de 17 años. Con la rebeldía propia contra el menemato, pero también con conciencia sobre lo que podría ocurrirnos en el momento de salir del IEM para estudiar en la Universidad. Como Consejo Asesor Estudiantil decidimos manifestarnos en la Plaza 9 de Julio. Éramos 15 con suerte. 

A casi tres décadas de aquella experiencia, vivenciar en Salta dos marchas históricas por la educación, demuestran matemáticamente que aprendimos que la lucha es la única salida ante quienes buscan destruir las bases que fundan a la Argentina.

La educación pública, gratuita y al alcance de todos es un derecho arrancado aún en deuda con algunas personas que provienen de la clase obrera, o de sectores más postergados como lo son las comunidades originarias. La única forma de desenroscar la política del odio que lidera el objetivo de la exclusión, es más organización, más política, y más empuje colectivo.

Mariano Arancibia, periodista (Diario Punto Uno)

 

La primera impresión es que no todo está perdido. En la capital salteña, fue una marcha muy masiva, fue gigantesca. La cantidad de gente que se convocó superó las expectativas. Vi una gran marcha, muy heterogénea, con tendencias de todo tipo y con parte de funcionarios del oficialismo provincial. El peronismo no logró unirse detrás de una misma bandera, ni el radicalismo ni la izquierda pudieron hacerlo. La pregunta que me surge es si esto fue un punto de inflexión, veremos qué pasa con la discusión en el parlamento por el veto y cómo sigue todo.

El contexto de ajuste que estamos viviendo desde que este gobierno libertario asumió es parte de la explicación de la masividad. Sobre todo, la negativa de Milei a aprobar una ley de “financiamiento” universitario, que según la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC) costaría solo 0,14 puntos del PBI para el resto de 2024. El presidente tiene una postura muy dura, y no se trata solo de una cuestión presupuestaria, eso genera tamaña reacción.

La última encuesta de Zuban-Córdoba muestra que este enorme movimiento toca una fibra sensible en la clase media. La educación siempre fue central en el imaginario colectivo argentino, especialmente para este sector que mayormente asiste a las universidades. 

Se combinó un repudio al desfinanciamiento de las universidades públicas y, a la vez, se canalizó un descontento social más amplio, dando por resultado algo que no está pasando: que la gente salga masivamente a las calles. 

Hubo una etapa muy elitista que se superó formalmente con el movimiento que generó la reforma del 18. En los 90, los estudiantes cumplieron un rol clave en la defensa de las conquistas históricas, aunque en la práctica se perdieron varias. En estos procesos el sector dinámico fue el estudiantil. Hay que analizarlo teniendo en cuenta que siempre estuvieron a la vanguardia.

En Salta, durante la década del 60, hubo importantes movilizaciones estudiantiles, también en los 90, pero nunca fueron rutilantes. Existieron, sí, siempre hubo gente con posiciones críticas, pero lejos estamos de provincias como Tucumán, Córdoba o Santa Fe. Las agrupaciones que se formaron para ganar puestos en la burocracia universitaria han contribuido a esta crisis del movimiento estudiantil, y a la degradación y desfinanciamiento de la UNSa. Hay que analizar mejor el proceso desde el 2001 hasta ahora. 

Camila Binda, comunicadora e investigadora 

La marcha del 2 de octubre, en su masiva convocatoria, evidenció que la defensa de la educación pública es un pilar central de los valores argentinos. Reunió a investigadores, docentes, becarios, estudiantes, personal de apoyo y una ciudadanía comprometida, demostrando la fuerza de la unidad en tiempos de incertidumbre generada por el actual gobierno. En este contexto, la universidad está llamada a desempeñar un rol crucial, no solo levantando sus propias banderas, sino también acompañando y canalizando otros reclamos sociales. No basta con marchar únicamente en defensa de la educación pública: es necesario movilizarse también por los jubilados, contra los despidos y en favor de un Estado presente e inclusivo.

A lo largo de la historia, las universidades, y en particular los movimientos estudiantiles, han sido la resistencia y la vanguardia frente a gobiernos que han atentado contra los derechos del pueblo argentino. Es aquí donde la juventud y sus ideales se levantan en defensa de los demás, con la esperanza de un futuro mejor, de una ciudadanía con más derechos, mayor desarrollo y una inclusión verdaderamente efectiva.

Turco Alí, periodista (Fm Pacifico) 

La segunda marcha universitaria en Salta demostró,  al igual que la anterior de abril de este año, que la universidad y la educación pública son temas prioritarios y aglutinantes para la sociedad.

Una encuesta reciente, les adjudicó un 75 por ciento de respeto entre los consultados. Pero además, como pudo observarse en casi todo el país, sirvió para que otros sectores que acompañaron los reclamos contra el veto de Milei, pudieran manifestar a viva voz su rechazo contra el brutal ajuste económico que aplica el gobierno aumentando exponencialmente los índices de pobreza e indigencia en el país. 

«Traigan al gorila de Milei….», pedían las consignas más entonadas en la marcha, mientras que otras aseguraban enfáticos: «Milei, basura, vos sos la dictadura». Hubo quienes criticaron la presencia de políticos y legisladores tanto en Buenos Aires como Salta. Para el gobierno fue una excusa para decir que era una marcha política o para ningunearla calificandola de ‘tren fantasma’. No es bueno apelar a la cancelación cuando el país necesita que toda la oposición, aun la que no resulta muy simpática a los ojos de la mayoría, se pare frente a este plan de exterminio social que encabezan Milei y Caputo.

Lo que queda esperar es que ambas manifestaciones sirvan para impulsar y recuperar la militancia activa de los estudiantes y reeditar las épocas en que la azul y blanca y franja morada, entre otras, se disputaban la conducción del movimiento universitario convencidos de ser la reserva ideológica para preservar la democracia y justicia social.

Belén Herrera, periodista y productora radial (Al costado del mundo)

Soy estudiante universitaria, orgullosamente, estudiante de la Universidad Nacional de Salta. Participé, nuevamente, en la Marcha Federal Universitaria. Nuevamente, junto a las cuadras y cuadras que se colmaron de jóvenes y no tan jóvenes para acompañar el reclamo, me sentí parte de este movimiento que exige justicia social e igualdad de oportunidades.
Observé con emoción el fervor de un pueblo que reconoce a la educación pública, gratuita, laica y de calidad, una fibra sensible, un derecho del que ya no pueden escindirnos.
Con esperanza, pienso en todas las generaciones que siguen soñando, habiendo o no sido estafadas por un proyecto de Gobierno que no fue tal (o dependerá del lugar que ocupamos al momento de analizarlo). Celebro la organización estudiantil, que no se detiene, y pido para ellas, ellos, el mismo derecho del que hoy gozo, el derecho a la educación.

Silvia Noviasky, periodista Modo Juana 

Pocas marchas unen como esta, y no solo por quienes se hacen el tiempo de llegar y marchar, sino por los movimientos urbanos que suceden alrededor. Desde el transeúnte que con aplausos o bocinazos muestra apoyo, o el vecino del último piso del edificio que desesperado blande un repasador.

Pocas convocatorias tienen rostros tan variados, allí se encuentran la vecina a la que se le cae la palabra vago de la boca recurrentemente, hasta el propio “vago”, ese el de rastas de la Facultad de Humanidades. Se vuelve, entonces, en un deber moral, como cuando se oye el himno y se deja de hacer lo que se esté haciendo. Nadie es indiferente. 

Antonio Gaspar, periodista ( El Tribuno) 

La primera impresión que tuve, y que ya la vengo experimentando en carne y familia propia, es la falta de estudiantes en las marchas. En los 90, con la reforma de Educación Superior, del menemismo, los que encabezábamos las marchas éramos los estudiantes y luego venían todos detrás: autoridades, docentes, no docentes, agrupaciones. Hoy encabezan las autoridades y los sindicatos. Y para confirmar la tendencia se debe decir que en la UNSa hay 40 mil estudiantes y que en la Segunda Marcha Federal se calcula que hubo 17 mil personas. Hubo poca presencia de centros de estudiantes, agrupaciones, chicos sueltos.

Pienso que la marcha fue diversa. Que hubo representantes de todos los sectores, además de las autoridades y sindicatos universitarios. Hubo algo de CGT, de las organizaciones de DDHH, las barriales y el apoyo mayoritario de la comunidad en general que fue sin banderas ni agrupamientos; fueron las familias que están preocupadas porque el modelo universitario marca la significancia de Argentina como país. 

El movimiento estudiantil está quebrado, sin ideales ni utopía. Ya no se habla del porvenir sino que el mensaje pseudo libertario del odio y el desprecio ganó significancia en los estudiantes. Hay docentes cómplices de eso, la estructura burocrática de las universidades contribuye y habrá que pensar cuál es realmente el mundo que quieren las nuevas generaciones. Pero definitivamente hay algo que no estamos viendo porque no puede ser que los más grandes estemos peleando por un país mejor y no tengamos el acompañamiento de los más chicos; no tenemos la frescura ni el entusiasmo de la juventud. Quizás ese porvenir que pensamos los más grandes no sea el que los más chicos quieren.

Andrea Sztychmasjter, periodista y Licenciada en Ciencias de la Comunicación.

Es un momento histórico para el movimiento universitario y el Sistema Universitario Federal y las dos masivas marchas así lo demostraron, pese a los intentos políticos y mediáticos por quitarle credibilidad e importancia. 

La posibilidad que te da la educación pública de estudiar, formarte y acceder a un conocimiento vedado en otros países a solo un sector de la sociedad se vio reflejada en la marcha en Salta, donde incluso hubo personas que fueron a marchar con su título en la mano, como muestra latente que no es solo un ‘cartón’ sino un orgullo que debe defenderse. 

Creo como graduada de esta casa de estudios, que tenemos también la responsabilidad de seguir generando conciencia en las nuevas generaciones, en los más jóvenes y por ello también salimos a las calles.

Por la Universidad Pública siempre, por los y las que van a venir para que puedan acceder a poder elegir estudiar lo que deseen más allá de sus clases sociales o posición económica familiar, porque estudiar es un derecho humano fundamental; ¡Ni un paso atrás, Educación pública siempre!

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