DATA UNSa| Estudiar, trabajar: Una vida en la Universidad
Es necesario cambiar un paradigma que plantea que si un/a estudiante se demora para recibirse es porque no estudia o porque no sabe estudiar. Eso es mirar solo una partecita muy pequeña de lo que realmente pasa por las vidas de los y las estudiantes. Hay un contexto social, el trabajo y otras variables socioeconómicas, emocionales y físicas.
Una vida, un mundo.
Una universidad, muchos mundos.
Una vida en la universidad.
Nunca, desde la recuperación de la democracia, se hostigó tanto a la universidad pública. Se la acusa de perseguir a quienes piensan distinto, de ejercer una educación acrítica y se la asfixia presupuestariamente. En ese marco de críticas también surgieron aquellas que apuntan a cuestionar los años que demoran los y las estudiantes para recibirse y obtener el tan ansiado título. Esto sin tener en cuenta que transitar una universidad incluye muchos procesos atravesados por historias de vida.
Y cada vida es un mundo.
Es necesario cambiar un paradigma que plantea que si un/a estudiante se demora para recibirse es porque no estudia o porque no sabe estudiar. Eso es mirar solo una partecita muy pequeña de lo que realmente pasa por las vidas de los y las estudiantes. Hay un contexto social, el trabajo y otras variables socioeconómicas, emocionales y físicas.
Aquí te presentamos algunos datos que dan cuenta de lo que atraviesan los y las estudiantes de la UNSa para poder cursar las diferentes materias de sus carreras.
Según datos relevados por el Sistema de Datos estadísticos SIU-Wichi en la Universidad Nacional de Salta hay:
- Más de 10 mil estudiantes Ingresantes y Reinscriptos trabajan y estudian
- En relación a los/as estudiantes que trabajan mientras estudian, se puede observar que casi un 35% trabaja hasta 10 horas semanales.
- Un 21,5% destina a trabajar entre 10 y 20 horas por semana.
- El 20,5% trabaja entre 20 y 35 horas semanales y un 23,3% dedica 35 horas o más a trabajar.
Respecto a datos sobre cómo costean sus estudios quienes estudian en la UNSa, se observa que:
- El 46,6% de los estudiantes costea sus estudios con aporte de familiares
- Del 53,44% restante 24,7% costea sus estudios con aportes familiares más una fuente extra (trabajo, beca, plan social, Otros)
- El 28,7 % restante que costea sus estudios sin ninguna ayuda familiar se destacan los que se costean solo con sus trabajo (19,5%) y solo con becas (3,3%).
Acceso a las Universidades públicas ¿Qué dicen los datos?
Según datos del INDEC, el 42,3% de los estudiantes universitarios provienen de los 4 deciles de menores ingresos per cápita, y el 91% de ellos asiste a universidades públicas.
La participación de jóvenes de bajos ingresos en el sistema universitario se triplicó en las últimas décadas, pasando del 18% en 1996 al 42% en 2023.
Especialistas señalan que el aumento de la pobreza en la Argentina ha incrementado la participación de estudiantes de bajos ingresos per cápita en las universidades.
El presidente Javier Milei (La Libertad Avanza), sostuvo que “la Universidad Pública Nacional hoy no le sirve a nadie más que a los hijos de los ricos y a los de la clase media alta”.
El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) divide al total de la sociedad argentina en estratos bajo, medio y alto según sus ingresos, y los clasifica en deciles. El decil es una medida estadística que consiste en dividir a la población en 10 partes iguales, ordenando de menor a mayor según el monto de sus ingresos. Así, el estrato bajo corresponde a los deciles 1 al 4, el estrato medio a los deciles 5 al 8 y el estrato alto corresponde a los deciles 9 y 10.
A partir de esa información se observa que el 42,3% de los estudiantes universitarios provienen de los 4 deciles de ingresos per cápita más bajos, y de ellos, el 91% asiste a universidades públicas.
Evolución histórica del acceso a la educación superior
En el informe “La participación de los jóvenes de bajos ingresos en el sistema universitario argentina (1996-2023)” del Laboratorio de Políticas Educativas de la Universidad de Hurlingham, se realizó un análisis histórico sobre los datos de la EPH en relación a los ingresos de las familias de quienes estudian en las universidades del país.
Entre sus conclusiones el informe indica: “El porcentaje de jóvenes pertenecientes a los hogares de menores ingresos que asiste a la universidad prácticamente se triplicó en el periodo analizado, creciendo de apenas el 8,3% en 1996 al 21,2% en 2023 para el quintil más pobre y del 12,9% al 34% para el segundo quintil”.
“La participación en el sistema universitario de los jóvenes pertenecientes al 40% de las familias de menores ingresos se duplicó en el periodo analizado, pasando de representar el 18% de los estudiantes universitarios en 1996 al 42% en 2023”, concluye.
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